La obediencia

La santa Obediencia: ¡una Suerte dichosa!


Vista humanamente, la obediencia parece sobria y pragmática: "¡Haz esto!" y "¡Deja eso!". Las Sagradas Escrituras nos revelan el noble origen de la obediencia en la amistad con Dios, la cual se rompió mediante la desobediencia de Adán. Desde entonces la obediencia acostumbra llevar vestido de trabajo, pues con esfuerzo y el sudor de su frente come el hombre su pan. Por la obediencia de Cristo, el nuevo Adán, fuimos redimidos y fue reestablecida la amistad con Dios. El, el Siervo de Dios, el Hijo del Padre, penetró la obediencia de amor. La obediencia es la suerte dichosa del niño y del que ama: "¡Tus deseos son órdenes para mí!" En relación con Dios, ello constituye una dicha para los que tienen sed de justicia, pues serán saciados (Mt 5, 6)sigue leyendo...