La consagración a los Ángeles de la Guarda

 

Culto a Dios y comunión

En la última circular se señaló que una consagración a los santos ángeles constituía una entrega (devoción) particular, basada en la gracia bautismal. Mediante el Bautismo surge la comunión de fieles en Cristo. Esta comunión, nacida de la gracia, constituye el fundamento de la devoción y consagración a los santos ángeles. El Concilio Vaticano II enseña que: "la Iglesia peregrinante desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos [...]. Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo[...] nos están íntimamente unidos: a ellos junto con la Bienaventurada Virgen María y los santos ángeles, profesó peculiar veneración" (Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 50). Esta comunión se realiza plenamente en la celebración de la Liturgia, pues "en su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo" (Catecismo de la Iglesia Católica, 335; cf Hb 12,22). "En la Liturgia terrena [...] cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial" (Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, 8), y "al celebrar el Sacrificio Eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial (Lumen Gentium, 50). Esta comunión incluye a los santos ángeles, pues también ellos tienen a Cristo como Cabeza y son miembros de Su Cuerpo místico (cf Ef 1,20-23; Col 2,10; Summa Theol. III.8,4,c).

La finalidad de la Consagración a los Ángeles es consolidar y cultivar esta comunión. En la oración de consagración nos dirigimos a los santos ángeles para establecer un pacto con ellos. Mediante este vínculo queremos sobre todo adorar a Dios junto con los ángeles. También queremos honrar a los ángeles, darles gracias e implorar su ayuda para nosotros y para la Iglesia. Puesto que los ángeles y los hombres son "consiervos" del Señor (cf Ap 19,10; 22,9), queremos comprometernos con ellos, según nuestras sencillas fuerzas, en la venida del Reino de Dios.

Ya que esta misión es común a los ángeles y a los hombres, la veneración a los santos ángeles estimula la alabanza conjunta de Dios y el compromiso conjunto por la salvación de las almas. De ahí que en la historia de la Iglesia haya habido muchas cofradías de los ángeles. Y aun cuando los miembros se encuentren en lugares apartados, se saben unidos espiritualmente, pues la consagración es un pacto y un pacto crea comunión. Por consiguiente, queremos vivir también este pacto en la comunidad de la Obra de los Santos Angeles, apoyándonos, ayudándonos y animándonos mutuamente. La Consagración a los santos Ángeles implica un compromiso serio, razón por la cual ha de efectuarse sólo después de una preparación apropiada y ligada generalmente a la vinculación con una asociación del Opus Angelorum reconocida por la Iglesia, como por ejemplo la Cofradía de los Ángeles de la Guarda.

La Consagración a los santos Ángeles está estructurada en dos partes. En la primera parte se establece la espiritualidad del Opus Angelorum como fundamento orientador para el pacto con los ángeles y nuestro compromiso. Sólo quien está decidido a aspirar a esta elevada meta, ha de pensar en la consagración. En la segunda parte, el hombre se dirige al propio ángel de la guarda en el ámbito de la misión que le ha sido confiada por Dios con miras a la educación y santificación de su protegido. Esta segunda parte es también apropiada como consagración privada al ángel de la guarda, para aquellos fieles que deseen cultivar su unión con él.

Para que la oración, y el pacto con el ángel vinculado a ella, produzcan fruto en la vida espiritual de los miembros del Opus Angelorum, vamos a reflexionar en seguida acerca del contenido de esta consagración y a explicar también la razón por la cual los mismos santos ángeles están interesados en establecer un pacto con nosotros. sigue leyendo...